Mirar hacia adelante y sonreír...

Aquí estamos de nuevo, esta vez tendréis que disculparme porque hablaré sobre todo de mí, de cómo este año ha marcado mi vida, cómo, para bien y para mal, 2017 se ha convertido de alguna manera, hasta este momento, en EL AÑO…
2017 empezó llevándose, cuando sólo habían transcurrido unos días, más de lo que me había dado, empezó llevándose una parte de mí, 2017 llegó y mi padre marchó para siempre, así de duro fue, así de fuerte vino…
A partir de ahí quedaba todo un año por delante que nada tendría que ver con ninguno de los anteriores, y así ha sido. Pero no le guardo rencor, porque 2017 me quitó mucho pero también me ha dado.
Nada compensará la pérdida, pero de los momentos más duros también se aprende, quizá más que de los demás momentos. Se aprende a vivir a pesar de todo, se aprende a amar intensamente, se aprende a estar triste sin miedo a estarlo, se aprende a reír como si no hubiera un mañana, a pesar de la tristeza; se aprende a reír y llorar en el mismo instante y a sentir un vacío casi doloroso a la vez que una paz infinita invade tu ser, en definitiva, se aprende a vivir un mundo de contrastes que cuesta comprender pero se vive y, si lo asumes como tal, no diré que se disfruta pero sí se naturaliza.
2017 me enseñó que el mayor acto de amor y generosidad está en dejar ir a quien ya no puede seguir aquí, solo hay que estar y acompañarle con paz y amor a su destino.
2017 me ayudó a sentir de forma muy especial la cantidad de amigos, buenos y grandes amigos, que tengo; la cantidad de gente que me quiere y me aprecia, que se preocupan por mí y quieren compartir conmigo mis momentos, tanto los buenos como los no tan buenos.
2017 me descubrió lo fuerte que puedo llegar a ser. Incluso en los momentos más débiles, donde te sientes abatida, hay aún algo de fuerza para mirar hacia adelante y seguir.
2017 me mostró muchos caminos y me enseñó a pedir ayuda cuando me sienta desorientada en alguno de ellos.
2017 me abrió un mundo de sentimientos en mi interior que me enriquecen como pocas cosas en la vida.
2017 también me reveló muchos de mis miedos, y voy aprendiendo de ellos para superarlos siempre que aparezcan.
2017 me enseñó a valorarme y respetarme más, casi tanto como él me valoraba y respetaba…que era mucho.
2017 me hizo ver la suerte que tengo por todo lo vivido, también me dejó claro que nada es eterno y que la fechas, en la vida, no las ponemos nosotros ni siguen regla alguna. Y es por esto que debemos vivir al día nuestra verdad, nuestros sentimientos y emociones, mañana no sé, pero hoy estoy aquí y puedo…esa es la máxima para todo.
2017 me ha puesto sobre la mesa muchas opciones para disfrutar, a pesar de todo, y debo confesar que las he aprovechado.
2017 me ha dejado tanta paz como se llevó en su día. Y tanto amor… que me llena y me equilibra cada vez que lo necesito.
2017 acaba y parece que ha pasado rápido, a la vez que ha sido quizá el año más largo de toda mi vida…esto me vuelve a recordar que 2017 ha sido un año de contrastes, tanto o más como lo fue 2016.
Tras este 2017, intenso donde los haya, triste como pocos y vivido desde lo más profundo de mi ser, espero un 2018 al que en realidad no le pido nada; de momento me conformaría con seguir así, que no es poco, con mirar hacia adelante y sonreír, con seguir visualizando su rostro y sentir su amor y su energía para avanzar, para levantarme y saber que puedo con todo, que puedo enfrentarme al mundo, porque yo lo valgo, porque os tengo conmigo, porque estáis siempre ahí… como él, que siempre estará en mí, porque yo soy gracias a que él fue.
Y por supuesto...
¡¡¡Feliz año nuevo!!!
Imágenes integradas 1
Brindemos por muchos más “iquis”, por más besos envueltos en abrazos, por el muchito, el chulito y la bonita, por un rico caldito de cocido, por algún domingo de manta y sofá, por las charlas en familia o entre amigos, por los que se van y por los que vienen, por unas risas sin ton ni son, y por supuesto, brindemos por nosotros, porque estamos, porque merece la pena…
Gracias por todo, a todos y cada uno de vosotros, gracias por formar parte de mi vida.
Y como no, GRACIAS especialmente a mis padres por regalarme esta, y no otra, vida. Gracias por enseñarme tanto cada día a base de respeto y amor.
Qué suerte la mía…
PD: Y sí...habrá que quedar y verse 😉