Dando paso a 2019

2018 se va para dar paso a un 2019 que no sabemos si será mejor o peor, aunque quizá es suficiente con que sea, parece que eso es lo que los últimos años me han enseñado…

Una vez más creía que este año no habría cabida para una felicitación “reflexiva”, puesto que durante este mes, y especialmente durante la última semana, no parecía que mi mente hiciera balance de lo acontecido.

Al pensar en 2018 en estos días, sólo podía sentirme tal y como me siento ahora, tranquila, comprendiéndome, en paz conmigo misma y colocando las cosas de mi futuro más próximo, visualizando cómo quiero que sean y cómo quiero sentirme, para conseguir que sea así y no de otro modo.

Parecía que no tenía capacidad para mirar atrás y reflexionar sobre lo vivido y es que…una vez hecho, creo que en realidad no quería enfrentarme de nuevo a todo lo que este año ha supuesto. Pero como siempre ocurre, lo bueno de hacer este ejercicio es que me permite posicionarme para iniciar un nuevo año con ilusión, conociéndome un poco más cada vez.

Durante 2017 trabajé en mí más que nunca en los últimos años y conseguí grandes resultados. En 2018 he seguido trabajando y la vida ha seguido su curso también, dándome cosas buenas y otras no tan buenas. En su primer trimestre tuve que despedirme de mi tío para siempre y con su partida se abrió en mí otra puerta desconocida, brotando nuevos sentimientos que hubo que volver a recolocar, los meses avanzaron y seguí aprendiendo del mundo y de mí, seguí amando, riendo, llorando y conociendo mi yo más real y más presente. Me perdí tantas veces como luego pude encontrarme, y es que a veces uno no sabe que se ha perdido hasta que no se encuentra, eso lo aprendí este año. Somos como las cebollas, a cada capa que quitamos aparece una nueva por descubrir. No dejéis de buscar, aún podéis sorprenderos...

Aun así, 2018, con todas sus enseñanzas, con todas sus idas y venidas, lo termino feliz, tranquila, satisfecha, porque 2018 me ha permitido ser “testigo” directo de la felicidad de quienes más quiero, participar abiertamente de ello y alimentarme de ese amor que sana. También ha puesto ante mí personas que se han rehecho a sí mismas y de las que aprendo cada día, personas a las que admiro por su valentía y por su capacidad para seguir creciendo. Me alegro de haber encontrado puntos de apoyo y haberlos utilizado para seguir avanzando, algunos ya estaban en mi vida, otros han ido apareciendo y, entre todos, me han dado los bastones que me ayudan a caminar cuando cojeo. También 2018 me ha permitido viajar y liberarme de muchas cosas, algunos viajes han sido reales y son parte de los mejores momentos vividos en el año, y otras veces he viajado sin salir de la ciudad, enriqueciéndome de igual modo.

Uno de los pensamientos más recurrentes de este 2018 ha sido la importancia y los grandes beneficios que me aporta el poder mirar a los demás y ver todo lo bueno que tienen, en vez de centrarme en lo que menos me pueda gustar de ellos, pues no podemos pretender que los demás sean como nosotros queremos que sean, debemos aceptar a cada uno como es, así como queremos que nos acepten a nosotros.

En esta vida compensa hacer bien las cosas por la satisfacción propia, y no comportarnos en función de cómo actúen los demás. La máxima debe ser trabajar en mí y ser responsable de mis actos, no hay más...Cuanto más miremos hacia adentro y más sintamos hacia afuera, más felices seremos.

Tened por seguro que os quiero y que os deseo lo mejor para este nuevo año que comienza. Yo, mientras la vida me permita, seguiré caminando hacia adelante.

¡¡Feliz 2019!!

Gracias por el amor, por las risas, por mi primer Focaccia Award, por la sana competición, por los ratitos de sofá, por el hombro para llorar, por los abrazos cargados de energía, por las meditaciones de la sobremesa, por las confidencias, por el compañerismo, por hacer el guachimolingui conmigo ; ), por la confianza, por compartir los días y las noticias importantes, por los reencuentros, por el cariño, por dejarme ser yo misma, por enseñarme quién soy en realidad, por viajar conmigo cada día, por la música, por el arte en general, por las reuniones familiares, por ser únicos y especiales … Gracias por hacerme tan feliz.

Os dejo además la canción que sonaba en mis auriculares mientras terminaba este correo esperando que os de tan buen rollo como me ha dado a mí:

The Turtles-Happy Together 1967

¡Besos a todas!

Ana