"Guárdatelas para ti que yo no quiero"

El otro día entré en una tienda y había bastante gente, mientras esperaba mi turno vi delante de mí a una mamá con un chiquitín de unos dos años, el nene tenía una bolsa de patatas y andaba muy entretenido con ellas, miraba su bolsa, cogía una patata, la llevaba a la boca como si fuera ..... cómo explicarlo...como si fuera el mejor manjar, cada vez que cogía una patata perdía parte por el camino, dejaba migas en la mano, en la chaqueta, alrededor de su boca ... hasta conseguir comerse lo que llegaba dentro de su mano, la cual metía entera dentro de su boca para no perder bocado... Mientras hacía esto no descuidaba seguir con atención lo que se movía a su alrededor, si una señora hablaba miraba hacia ella, si alguien entraba visualizaba la puerta, si alguien se movía para ver algún precio también lo seguía con la mirada, inquieto y curioso el chiquito.

En una de las veces que una señora pasó por su lado, ella muy cariñosamente se dirigió a él, le dijo que tenía unos ojos bonitos y le sonrío, el niño le devolvió la sonrisa.
Después la señora le dijo, "¿qué comes? ¿patatas?" Él miró su bolsa como asintiendo y la señora le dijo..."¿me das una?"
El niño fijó la vista en su bolsa, llevó su manita hasta ella y sacó todas las patatas que le cabían en la mano ofreciéndoselas a la señora, entonces la señora, como tantas veces se les hace a los niños, se sonrió de nuevo y le dijo, "Ay mi niño, qué rico, que me da patatas...no cariño, guardalas para ti que yo no quiero" y ahí fue donde vi en el pequeño una cara de confusión terrible, miró a la señora, miró su manita cargada de patatas, miró la bolsa y puso cara de...."Y si no quiere ¿¿para qué me pide??"
Se vio realmente desconcertado, sin saber si devolver las patatas a la bolsa, si comérselas o tirarlas, en esa confusión, abrió la mano alargándola hacia la señora como mostrándole que eran patatas, que eran para ella, que las había pedido ella, pero ella con su ir y venir y su "qué niño más guapo" tenía suficiente...

Finalmente el pequeño devolvió las patatas a su bolsa la mano, o las migas que de ellas quedaban, y siguió a lo suyo, aunque de vez en cuando, cada vez que veía u oía a la señora que le había turbado, se quedaba mirándole como si aún necesitara comprender lo ocurrido...

A parte de que no sé si estas prácticas benefician a estos pequeños en construcción, pues considero que pueden confundirles al tratarles como si fueran 'bobos', me resultó curioso ver la reacción, la confusión y el estado de desánimo tras comprobar que su gesto no había tenido repercusión alguna a pesar d haber hecho lo correcto.
En realidad es así como nos sentimos en muchas ocasiones, especialmente en el trabajo, cuando los que mandan deciden en cada momenot qué es lo importante y lo prioritario, haciendo que dejes todo lo que estabas haciendo para dedicarte a otra cosa, cambiando tu orden para que te dediques a ellos y desmoronando todo lo que habías avanzado ya y siempre sin tener la certeza de si cuando lo termines servirá de algo o si una vez dedicado todo tu esfuerzo, tu tesón, tu generosidad y tu buen hacer para sacarlo adelante, alguien vendrá y dirá..."No cariño, guárdalo para ti que yo no quiero"... Creo que son muchas las veces que me he sentido como ese niño, que me he dado cuenta de que se pide esto y lo otro y sin embargo quien lo pide parece que no sabe ni lo que quiere...

En fin, intentaré hacer como este pequeño experto en tratar con ineptos, es decir, con adultos, devolveré las patatas que pueda a la bolsa o lo que quede de ellas, y seguiré a lo mío aunque no perderé de vista a aquellos que me hacen perder el tiempo. Creo que al menos yo ya pasé esa fase de querer comprender lo ocurrido, la mayoría de las veces no es comprensible...

Ana

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