Buenos Humos

Desde finales de julio de 2011 comencé a tomar conciencia de la necesidad de abandonar ese mal vicio que que me acompañaba en tantos instantes de mi vida, sí, me refiero al tabaco, ese falso amigo que es capaz de dominar tu tiempo y tu vida casi sin que te des cuenta, ese falso compañero que crees que te ayuda, que te relaja, que te da fuerza, que te hace una persona fuerte y segura, que te apoya socialmente, que te acompaña....sí, eso es lo que la mayoría de los fumadores decimos del tabaco, eso es lo que llegamos a sentir y sin el cigarrillo en la mano ... no somos lo mismo...

Fue tarea complicada romper con una relación de tanto tiempo, a mis 33 años llevaba fumando de forma habitual unos 15 ya...demasiado tiempo. Aunque con esto del fumar hasta un día, una semana...es demasiado tiempo...

Desde finales de julio estuve probando diferentes técnicas para tomar conciencia de la necesidad, no tenía demasiada confianza en mí misma, ya una vez había errado, en realidad esa vez no hubo tanta verdad en el intento pero era inevitable compararlas. Durante los meses de julio y agosto me dediqué a contar los cigarros que me fumaba cada día, en ese momento me di cuenta de que eran muchos más de los que yo creía, no por el número en sí mismo si no por los momentos en los que los consumía, me di cuenta de que no era consciente de la mayoría de los cigarros que fumaba y cuando intentaba tener conciencia me percaté de la ansiedad que me generaba intentar controlarlo o no fumarme alguno de ellos.

En todo este período tuve la suerte de contar con mucho apoyo por parte de personas que decidieron preocuparse por mí y gracias a la presión que ejercieron sobre mí pude sentir el miedo, la vergüenza, la dependencia y un montón de sentimientos que te hacen ver y valorar lo que estás haciendo y lo que supone.

Después de contar cigarros cada día comenzó la etapa de llevar los cigarros justos que decidía que iba a fumar en el día y... esa fue una prueba muy dura, esa fue la prueba que me demostró que era una adicta, muy adicta, me sentí una "yonki" total, me sentí triste, muy triste...yo me tenía por una persona inteligente, seria, responsable, madura, con las ideas claras, feliz...y sin embargo, cuando te privas de esa basura de forma consciente y sabes que no tendrás mas que tres cigarros en todo el día fuera de casa, cuando comienzas a sentir la necesidad bajando la calle que te lleva al trabajo y enciendes un cigarro y sientes el "placer" de esas caladas pero casi mides cuánto se consume con cada una de ellas y decides apagarlo para poder tener más para después...ese momento es duro, muy duro.

Durante esos días aprendí a concentrarme en un punto en la pared, en una voz, a respirar profundo, con el estómago, tumbada en la cama para conseguir relajarme, dormirme y así evitar fumar...aprendí muchas cosas, sobre todo aprendí de mí, de mis debilidades, de mis miedos...Aprendí y me enseñaron, hubo quien me llevó de la mano.

Contado así parece algo muy grave, muy duro, muy feo...quizá no fue tan dramático físicamente pero sí fue algo muy intenso emocionalmente. 

Pasado el verano, y casi concluido el mes de septiembre me di cuenta de que todo el esfuerzo realizado no tendría sentido si no había un final cercano, un final real, nada de medias tintas ...así que comencé a valorar alternativas, por primera vez estaba convencida de verdad que tenía que poner freno, haberme visto en esa situación de dependencia, haber sentido tan cerca cómo otros que se preocupaban por mí podían hacerme sentir débil por algo tan insignificante y malo como es el tabaco, eso tenía que tener un final y pensé en recibir algo de ayuda externa...Me habían hablado de un tratamiento a base de pastillas que ayudaban a combatir la ansiedad y hace que el fumar sea menos placentero. Dado el éxito de quien las había probado y mi propia convicción, sin eso no hay nada, opté por comprar las pastillas y poner fin a este mal vicio...

El tratamiento consistía en varias fases y en cada una de ellas tomabas más o menos dosis del compuesto, se exige marcar un día para dejar de fumar, durante los primeros días puedes seguir fumando pero llegado el día elegido para dejarlo has de hacerlo así ... Fue dicho y hecho, comencé el tratamiento y me puse como día para dejar de fumar el 1 de noviembre, por tanto el día 31 de octubre fumaría mi último cigarrillo...
Durante los primeros días en los que podía seguir fumando así lo hice y no tenía la sensación de notar efecto de estas pastillas en mí, sí hubo algún momento en el que no me apeteció terminarme algún cigarro ya encendido pero en general seguí fumando, algo menos, como venía haciendo de meses anteriores pero sin dejarlo...

Y por fin llegó el día 31 de octubre de 2011, ese día fumé normal, no pensé mucho en ello y después de cenar me quedaban dos cigarros en el paquete que tenía, me fumé uno tras la cena y otro antes de dormir...no me acosté con la misma sensación que otras veces que pensé en dejarlo al día siguiente, no me acosté muerta de miedo por haber tirado el paquete de tabaco vacío y no tener más, no me acosté pensando .... "mañana no podré fumar...horror!", simplemente me acosté y me dormí.
A la mañana siguiente me levanté y me sentí renovada, me sentía bien, eso sí, estaba más nerviosa, estaba inquieta, me faltaba algo, no sabía cómo hacer o en qué invertir bien mi tiempo, paseé un rato, era festivo, descansé y dediqué mi tiempo a mis cosas, cuando esa noche me acosté sin haber comprado tabaco, sin haber salido a por un cigarro sin haber fumado...supe que comenzaba una nueva vida...

Es cierto que durante las siguientes semanas, los siguientes meses el tabaco estuvo muy presente, me enfrenté a situaciones de estrés y de ánimo complicadas sin tabaco y notaba su ausencia, tenía la sensibilidad a flor de piel, tenía ansiedad, especialmente por la noche, y así pasó muuuuucho tiempo, cada vez era menos necesario, cada vez el tabaco estaba menos presente pero estaba. A la hora de salir, de tomar una copa, después del café, cuando pasabas por la puerta de un bar donde había gente alrededor fumando sentías como cierto alivio al oler el humo, durante un tiempo agradecía ir detrás de alguien que fumaba para poder hacerlo...curioso, pero así era...Poco a poco, muy poco a poco, y de forma bastante tranquila todo eso pasó. He de decir que sólo tomé una fase de las pastillas pero hay varias más para que te sigan ayudando en el proceso, yo me sentí fuerte para intentarlo sola y salió bien.

Un año después aún había momentos en los que me hubiera fumado un cigarro, sin embargo ya no me agradaba ir detrás de alguien que fumara, era más incómodo y desagradable notar el humo del cigarrillo. Para mí era fantástico poder bajar en el trabajo a descansar con los que fumaban y darme cuenta de que no me apetecía, e incluso si alguna vez sí me apetecía, darme cuenta de que no lo haría, había pasado demasiado, y aún me sentía, y me siento fumadora, y débil antes este tema, como para cometer ese error...intento tenerlo muy presente para evitar caer en ello de nuevo, me da miedo en realidad. A partir de este primer años se dieron en ocasiones sueños en los que fumaba, en los que caía de nuevo en ello y me sentía bien hasta que tomaba conciencia de lo que estaba haciendo, de hecho me he levantado alguna mañana con la duda de si  lo hice o no por lo real del sueño, pero no...y es un alivio.

Dos años después la palabra que mejor puede definir cómo me he sentido todo este tiempo sin fumar es...LIBRE. Sí, aunque cuando eres fumador no eres consciente, una de las cosas que más te resta el tabaco es libertad pues estás plenamente sometido a esa adicción, te organizas en torno a ella, descansas en el trabajo según las necesidades de fumar, justificas ciertas cosas sólo para poder ir a fumar, te agobias si te convocan a una reunión y no habías bajado a fumar, te agobias si, aunque hubieras bajado antes, se alargara mucho, sientes que eres, a día de hoy es así, un bicho raro por hacer algo que es dañino y perjudicial además de un hábito, por suerte, socialmente mal visto, ...son muchas las cosas que siendo fumador pasas por alto.

El título de este post es el mismo que el 'Asunto' de algunos mails que cruzamos mi hermano y yo durante mis primeros días de abstinencia, en el primer mail, el día 3 de noviembre de 2011 él comenzaba así: "Me parece recordar que con el mes de noviembre comenzaba una nueva etapa en la que olvidar los malos humos y rodearse de un aura limpia y un interior limpio también [...] te mando un correo para darte ánimos en tu empresa y empujarte a empezar mañana mismo si no lo hubieras hecho el día 1 como era tu intención [...] ¡Hay que hacerlo!
Le sobraba razón

Sinceramente, dos años después aún puedo sentir lo que pasé aquellos días y sin embargo, aún alguna vez aunque muy lejana y vaga, siento ese momento de..."me fumaría un cigarrito", pero no, a día de hoy tengo más miedo a volver a pasar por lo mismo que ganas de probar...

Sólo me queda agradecer a todos los que me acompañaron en esta andadura, cada uno a su modo, a todos los que se alegraron, porque me quieren bien, de que saliera de ese humeante mundo, a todos quedo más que agradecida por haberme dedicado aunque sólo fueran 10 minutos de su tiempo para decirme que lo intentara, para decirme que podría, para felicitarme por haberlo hecho, y muchas veces al seguimiento de mi abstinencia, de mi progreso, a los empujones para dar el paso, a la rabia y el coraje con los que encendieron la mecha de mi conciencia, ¡GRACIAS!

Termino con el pensamiento que hice público en las redes:
"Hoy hace dos años ya...
Una de mis mejores decisiones, uno de mis mayores retos, una de mis peores luchas, uno de mis mayores éxitos. Espero que pasen muchos años más.
Quizá vaya siendo momento de nuevos retos"



Ana

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